Las relaciones de pareja constituyen una de las formas de relación más intensas que se pueden establecer entre seres humanos. De hecho, es el vínculo más importante que se establece fuera de la familia de origen (Maureira, 2011). Sin embargo, la formación de una pareja no es tarea fácil, pues supone una construcción de identidad particular como pareja, de los dos integrantes que la forman, de manera que se logre la acomodación de las individualidades de cada uno de sus miembros. Siendo así, la pareja, supone un espacio de afecto, un nexo relacional único, en el que los demás quedan excluídos. De este modo, la pérdida de una pareja supone perder una fuente de seguridad, de afecto y de intimidad; y su aceptación puede resultar un proceso difícil, tanto en procesos de divorcios, como en jóvenes o parejas establecidas que mantienen relaciones de pareja, serias y duraderas.

Son diversos los motivos o las dificultades de acoplamiento que llevan a una ruptura de pareja: conflictos derivados de la incomprensión entre los miembros, celos, diferencias en cuanto a roles, diferencias de género, desamor, falta de compromiso, proyectos de vida diferentes o falta de metas conjuntas. Así, ante la amenaza de la pérdida de la pareja pueden surgir estados de ansiedad. Y en la pérdida en sí de la pareja, esto es, en la ruptura, emergen sentimientos de pena, tristeza o rabia.

La emocionalidad que entraña la ruptura de la relación afecta a la sensación de bienestar de la persona, especialmente cuando uno de ellos se niega a aceptarla, no se desvincula totalmente de él/ella o de alguna forma, trata de seguir formando parte de la vida de la expareja. Esto, supondría un bloqueo en el proceso de elaboración de la pérdida.

Considerando la postura de Lazarus&Folkman (1986), la ruptura de pareja sería unasituación que sobrepasa los propios recursos de la persona, atentando contra su bienestar, esto es, una situación de estrés. Ante este tipo de situaciones, las personas ponen en marcha distintas estrategias de afrontamiento. Tobin, Holroyd, Reynolds y Kigal (1986), realizaron una descripción clásica de ocho estrategias específicas de afrontamiento:

  1. a) resolución de problemas, encaminadas a eliminar el estrés modificando la situación que lo produce; b) reestructuración cognitiva, modifican el significado de la situación estresante (dicha estrategia sería equiparable a la estrategia centrada en la emoción, en la que el sujeto trata de regular las emociones derivadas de la situación dado que no es posible modificarla); c) apoyo social, referidas a la búsqueda de apoyo emocional; d) expresión emocional, encaminadas a liberar las emociones que acontecen en este proceso; e) evitación de problemas, que incluyen la negación y evitación de pensamientos o actos relacionados con el acontecimiento estresante (puede no ser productiva si no permite la asimilación y resolución de la situación estresante); f) pensamiento desiderativo, que refleja el deseo de que la realidad no fuese de tal manera; g) retirada social, retirada de amigos, familiares, compañeros y personas significativas asociada con la reacción emocional en el proceso estresante (podría no ser de utilidad para la persona si conlleva aislamiento de su círculo); y h) autocrítica, basadas en la autoinculpación y la autocrítica por la ocurrencia de la situación estresante o su inadecuado manejo. Las cuatro primeras, serían estrategias de afrontamiento adaptativas ante la situación estresante que supone la ruptura; en contraposición, las cuatro últimas, empleadas en exceso, serían estrategias de afrontamiento menos adaptativas.

Por otra parte, en el afrontamiento de la ruptura interviene también el bienestar psicológico de la persona. Está conformado a su vez, por seis dimensiones: a) auto-aceptación; b) relaciones positivas con otros; c) dominio del entorno; d) autonomía; e) propósito en la vida; y f) crecimiento personal (Vázquez et al, 2009).

En este sentido, ante una ruptura de pareja, personas que presenten un mayor bienestar psicológico, a pesar de encontrarse en el transcurso de una situación estresante como es la ruptura, y que, empleen además, las estrategias de afrontamiento adaptativas mencionadas anteriormente para superar la separación de la pareja, contarán con mayores recursos para superar este difícil trance.

 

Riso (2011), “El mal de amores es uno de los pocos problemas psicológicos en los que mantener la esperanza es parte del problema”.

 

Bibliografía:

  • García, F. & Ilabaca, D. (2013). Ruptura de pareja, afrontamiento y bienestar psicológico en adultos jóvenes. Ajayu, 11(2), 157-172.
  • Lazarus, R., & Folkman, S. (1986). Estrés y Procesos Cognitivos.Barcelona: Ediciones Martinez Roca.
  • Maureira, F. (2011). Los cuatro componentes de la relación de pareja. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 14, 321-332
  • Tobin, D., Holroyd, K., Reynolds, R. & Kigal, J. (1989). Thehierarchical factor structure of theCopingStrategiesInventory. Cognitive Therapy and Research, 13, 343-361
  • Vázquez, C., Hervás, G., Rahona, J. J., & Gómez, D. (2009). Bienestar psicológico y salud: aportaciones desde la psicología positiva. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, 5, 15-28.

 

 

Paloma Martín Guerrero. Psicóloga General Sanitaria. Centro Psicohuma.

RUPTURA DE PAREJA: ¿CÓMO AFRONTARLA?
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