¿Sabes en qué consiste el trastorno dismórfico corporal (TDC)?

Es un tipo de trastorno psicológico consistente en una preocupación excesiva por algún defecto físico real o imaginario, focalizando su atención en dicha característica y sobredimensionando su importancia, sintiéndose “deforme”.
La persona que sufre este trastorno genera una ansiedad y preocupación excesiva puesto que ven la realidad ampliada en su mente. Puede centrarse de uno o varios “defectos”, incluso en la totalidad de su imagen lo que conlleva a un gran malestar que afecta a todos los ámbitos de la vida y que requiere seguimiento en salud mental.

No existe una causa específica de este trastorno, y variará de una persona a otra; pero existen distintos factores que se asocian comúnmente a este tipo de problemática, entre ellos destacan respecto a circunstancias vitales, situaciones previas de abandono, malos tratos o experiencias traumáticas durante la infancia y adolescencia e historia de sobre exigencia paterna. Por otro lado, desde el punto de vista psicológico puede contribuir al desarrollo de TDC presentar una baja autoestima y un nivel de auto exigencia y preocupación sobre sí mismo excesiva. Como antecedente cultural, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad que prima la imagen, la apariencia y el envoltorio antes que él regalo.

Respecto a la edad de inicio, el TDC suele tener comienzo en la adolescencia o juventud, proceso de construcción identitaria con la consiguiente confusión y donde la apariencia y lo físico adquiere relevancia e importancia como sostén de nuestra autoestima y nuestra confianza y cualquier imperfección o detalle que no nos guste adquiere una importancia significativa.

¿Cuáles son las señales que podrían indicar que tenemos un TDC?

–          Cambiarse de ropa constantemente.

–          emplear un excesivo tiempo a su imagen

–          Mirarse en todos los espejos o superficies en las que se pueda reflejar.

–          Arreglarse el pelo a cada instante.

–          Buscar el beneplácito de los demás.

–          Hacer ejercicio excesivo.

–          Invertir una gran suma en productos de belleza o tratamientos y cirugía estética.

–          No poder evitar compararse con otras personas.

–          Ocultar aquella parte de su cuerpo con la que no se siente bien.

–          Autolesiones asociadas al malestar que le general su insatisfacción por su cuerpo

–          Aislamiento, tendencia a no asistir a eventos ni reuniones

–          Tendencia frecuente a “retoques estéticos”.

–          Insatisfacción constante respecto a una parte o varias partes de su cuerpo.

Las personas que desarrollan este problema suelen sentirse “feas” aunque cualquier persona pueda opinar que no lo es en absoluto.
Las partes del cuerpo por las que suelen preocuparse más son: pelo, piel, ojos, nariz, labios o cualquier parte del cuerpo como piernas, brazos, pecho…

Tratamiento:

Lo primordial es que la persona afectada reconozca el problema y a continuación solicitar ayuda de un especialista; psicólogo clínico o psiquiatra, debido a que se trata de una patología que una vez instaurada, tiende a la cronicidad si no se toman las medidas terapéuticas adecuadas.

Trastorno dismórfico corporal
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