Según los principales manuales diagnósticos, el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es definido como  un trastorno cuyos síntomas predominantes son el aumento de la actividad física (hiperactividad), la impulsividad y dificultades a la hora de mantener la atención durante un período de tiempo prolongado (déficit atencional). Estas tres características constituyen la triada clásica del TDAH. Sin embargo, en función de los síntomas que predominen, el trastorno puede clasificarse como TDAH inatento, TDAH hiperactivo/impulsivo o TDAH combinado (ambos). Aun así, la presencia de inatención, hiperactividad y/o impulsividad, no determina el diagnóstico. Es la intensidad y la frecuencia de dicha sintomatología respecto a la edad del paciente, a su contexto y a las repercusiones que tiene en su vida diaria (escolares, familiares, relaciones con iguales, educadores, etc.), lo que constituye el diagnóstico.

En la actualidad, el diagnóstico de TDAH,  se basa en el juicio clínico, no existiendo,  marcadores biológicos claros que determinen que un paciente tenga o no dicha enfermedad neuropsicológica.

En los últimos años, la sociedad está experimentando un incremento, escasamente justificado por criterios empíricos y científicos, en el diagnóstico de TDAH y de los tratamientos farmacológicos asociados a este.

Estos datos difieren considerablemente de los de hace unos años. En la actualidad, el TDAH es la patología neurobiológica crónica más diagnosticada en pediatría (la prevalencia se estima entre el 4-12%). Existe controversia respecto al diagnóstico y tratamiento de TDAH; siendo incluso, para opinión de muchos expertos, un trastorno sobrediagnosticado,  cuya divulgación se explica en base a intereses económicos.

Así desde Psicohuma, consideramos que, para un correcto diagnóstico de este trastorno, es importante tener en cuenta que las escalas de valoración del TDAH son pruebas complementarias para la evaluación del trastorno, no deben sustituir a la observación clínica del paciente por parte del profesional implicado. Asimismo, teniendo en cuenta el riesgo que supone para la salud del niño  un inadecuado diagnóstico de TDAH, creemos que es imprescindible realizar una adecuada exploración diferencial, pues la sintomatología inatenta e hiperactiva, presenta una comorbilidad de más del 60% con otros trastornos o problemáticas emocionales, como la ansiedad o la depresión infantil, e incluso con otras realidades neuropsicológicas, como es el caso de niños con altas capacidades y superdotación, frecuentemente mal diagnosticados de TDAH. Estos datos son de importante relevancia, si tenemos en cuenta que un diagnóstico de TDAH implica en la mayoría de los casos la prescripción farmacológica con implicaciones orgánicas en forma de efectos secundarios a corto y largo plazo.

Paloma Martín Guerrero
Psicóloga colaboradora Centro Psicohuma.

 

Fuentes:
Moreno, M.A., Martínez, M.J. y Mota, E. (2015). Diagnosis of attention déficit disorder with hyperactivity (ADHD) in primary care. Actualidad Médica, 100(795), 94-97.
Rodillo, B. E. (2015). Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adolescentes. Revista Médica Clínica Las Condes, 26(1), 52-59.

Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH): diagnóstico de moda
¿Quieres compartir este post?Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedIn
Etiquetado en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *