Los celos en los más pequeños pueden manifestarse cuando el niñ@ se da cuenta de que puede perder la atención que le dedican sus padres a causa de la llegada de un nuevo hermanito; hecho inevitable asociado a la llegada de un nuevo miembro en la familia con las necesidades propias de los primeros meses de vida. La experimentación de emociones negativas por parte del hermano que se siente “relegado” a un segundo plano,  surge de forma natural y es una etapa de desafío que formará parte en su desarrollo psicoemocional.

Los celos pueden surgir a cualquier edad y siempre hay que preparar y hacer partícipe en todo momento al primogénito para la llegada de un nuevo miembro a la familia y fomentar su autoestima cada vez que sea necesario. ¿Y cómo hacemos esto? Pues con mucho cariño pero manteniendo límites sin perder de vista la educación que queremos dar a nuestro hij@.

Debemos preparar a nuestro hij@ del cambio que se va a producir siempre con un lenguaje acorde a su edad, mostrar empatía ante posibles emociones negativas y validarlas. En este sentido, debido a que este cambio en el núcleo familiar supone un acontecimiento vital estresante para toda la familia, debemos procurar que no surjan otros cambios externos a la situación al mismo tiempo como pueden ser cambiar de casa o de colegio, si es posible mejor aplazarlos temporalmente.

Siempre es aconsejable mantener una rutina diaria independientemente de la situación, pero quizá con la aproximación del parto es conveniente hacerlo aún más si cabe en la medida de lo posible según la situación personal de cada uno.

Anticipar lo bueno y lo malo y explicarle como va a ser el día a día en casa.
En definitiva, construir un ambiente predecible que disminuya la angustia ante el cambio.

La duración de los celos (si aparecen) dependerá de cómo se haya gestionado la situación por parte de los padres; puede ir desde una temporada a toda la etapa infantil. Para prevenir la cronificación de problemas, es fundamental normalizar emociones, no permitiendo conductas que perjudiquen a los otros. Bajo ningún concepto debemos culpabilizar a nuestro hij@ por los sentimientos de celos, actitud contraria a la empatía, tan necesaria para contener estas emociones y facilitar que se diluyan progresivamente. Para nuestros hijos, lo más valioso que podemos ofrecerles es una atención de calidad y una actitud comprensiva y sostenedora, donde tengan cabida los límites. No evites que se acerque al nuevo bebé, ayúdale a cogerlo, que participe en su alimentación, en el baño… con esto lograremos que se sienta valorado y participe de este proceso.

Si llegan familiares a casa a ver al bebé y no muestran demasiada atención al mayor, usa alguna táctica para que sean conscientes de la situación y presten atención a ambos por igual, porque sabemos que nunca lo harán de forma consciente. Por ejemplo puedes recordarle que tenía que contarle lo que había hecho en el colegio, que le enseñe un dibujo o le cuente lo bien que le ha salido un examen.

 

La llegada de un hermanito; rivalidad y celos.
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