Seguramente, a lo largo de nuestra vida hemos escuchado hablar de la palabra “apego”, pero ¿qué es realmente? ¿a qué hace referencia?

En el blog de hoy, realizaremos un abordaje teórico de este concepto y los subtipos de apego que se han establecido a lo largo de la historia de la investigación del mundo del apego y las relaciones afectivas.

El apego hace alusión a los primeros vínculos emocionales que se crean entre un niño/niña y sus padres (o cuidadores), los cuales si son sanos, proporcionan en el menor una seguridad emocional que le beneficiará en un desarrollo adaptativo de su personalidad. El autor por excelencia de la Teoría del Apego es Bowlby (1998), quien considera que la calidad del apego va a depender del tipo de interacción que se establezca entre el niño/a y la persona cuidadora. Es decir, si las personas cuidadoras responden o no a las necesidades del menor en el momento preciso, o bien, si la respuesta se da de manera ambivalente (a veces sí y otras veces no).

Dicha interacción pudo verse reflejada en una investigación llevada a cabo por Ainsworth (1978), donde se analiza el comportamiento de niños/as en presencia y ausencia de su figura materna y en diversas situaciones:

  1. Dejarle solo/a.
  2. En presencia de su figura materna y una persona extraña.
  3. En presencia solo de la persona extraña.

En todas las situaciones se analiza a su vez la exploración que tiene el/la menor con el entorno. Así, surgen distintos tipos de apego:

  • Apego seguro: las personas cuidadoras se caracterizan por su incondicionalidad, esto es, responden de manera afectiva e inmediata a las señales del menor. Esto proporciona en el/la menor seguridad en el establecimiento de nuevas relaciones sociales, incluso seguridad en sí mismo.
  • Apego inseguro: tiene lugar cuando las personas cuidadoras no responden de manera inmediata ni afectiva a las señas del o la menor. Este tipo de apego se divide a su vez en tres estilos:
    • Evitativo: en este tipo de apego las personas cuidadoras de algún modo han rechazado las señales afectivas, lo que se convierte en un castigo. Esto provoca en el menor un comportamiento de evitación hacia las relaciones sociales y no implicación en las mismas.
    • Ambivalente: las personas cuidadoras se caracterizan por la capacidad de responder de manera intermitente. Esta incertidumbre es la que provoca a su vez en el menor la ansiedad por la creación de nuevos vínculos y la aparición de miedos ante la separación.
    • Desorganizado: se compone de una combinación entre el apego evitativo y ambivalente, donde las conductas de las personas cuidadoras tienen un carácter negligente. Esto hace que los menores presenten dificultades a la hora de gestionar sus propias emociones, teniendo comportamientos explosivos.

El tipo de apego conformado a lo largo de la vida de la persona, deriva en unas características personales determinadas. Tomando en consideración la historia individual de la persona, sus relaciones familiares y el tipo de apego conformado, es posible considerar un proceso terapéutico basado principalmente en la construcción y reconstrucción de historias y narrativas, donde quede reflejada la importancia de la comunicación, regulación y expresión emocional para así entender y desarrollar alternativas en el ámbito de las relaciones interpersonales.

Vetere, A. y Dallos, R. (2012). Apego y terapia narrativa. Un modelo integrador. Madrid: Ediciones Morata.

Garrido-Rojas, L. (2006). Apego, Emoción y Regulación emocional. Implicaciones para la salud. Revista Latinoamericana de Psicología, 38, 493-507.

Celia Soriano Romero.
Psicóloga colaboradora centro Psicohuma

El apego y sus tipos
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